«La sostenibilidad es un tema en sí mismo. En realidad, es un tema estimulante sobre el que las opiniones difieren en muchos aspectos. Particularmente cuando se trata de concretarlo. Hace apenas unos años, la industria, y la de embalaje en particular, colocaron el tema en la esquina verde como un mal necesario aislado. Por motivos de imagen, todo el mundo quería ser un poco sostenible.
Fragmentada y moderada, la gente se contentaba con jugar juegos de números con valores de CO2 aquí y allá, y el comercio de indulgencia con certificados de CO2 experimentó su apogeo. En otras palabras, se me permite tener emisiones, pero a cambio planto árboles en Perú. Esta idea absurda fue una entidad morbosa y sistémicamente ilógica desde el principio».
Estos tiempos ya terminaron. La sostenibilidad ha llegado al medio de la sociedad. El epicentro es una vez más la conciencia pública, que planteará desafíos masivos a las cadenas de suministro, especialmente en el FMCG, si no imponen simultáneamente la transformación de industrias enteras, si la industria misma no hace esfuerzos para generar soluciones inteligentes, y si no ve la sustentabilidad como transparente y holística.
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